miércoles, 10 de septiembre de 2014

El poco rentable horario de trabajo en España

Parece evidente que el engranaje del sistema empresarial español, dista mucho de las ventajas de los más prolíficos (Ya realizamos la comparativa con el inglés en esta entrada).   Sin embargo, el menor rendimiento de nuestros trabajadores es también un agujero negro, tan normalizado,  que pasa desapercibido a la hora de poner soluciones a la problemática actual.

Partamos de la base de algo tan conocido como el número de horas trabajadas.  Hablamos de que los empleados de nuestro país, están en el grupo de los que más tiempo pasan en sus puestos a lo largo del año, si lo comparamos con sus homólogos europeos.  Tenemos la dudosa suerte, de acompañar a otros como Grecia, Italia o Portugal en la cabeza de esta clasificación a nivel europeo ¿Les suenan de algo a ustedes esta ristra de naciones?  Efectivamente, todas coinciden con ser las más afectadas por la famosa crisis.

Que los países con mayores problemas en la actualidad, sean además los que trabajen más horas al año, parece que está lejos de ser una mera casualidad.  La relación entre la duración de la jornada laboral y el rendimiento por empleado, es un tema que en España por lo general, se pasa por alto.  No hablamos exactamente de las ocho horas de la jornada completa, si no de su ubicación en el día.



Muchos directivos, gerentes o propietarios de nuestras empresas tienen, en mi opinión, el equivocado criterio de extender el mayor tiempo posible la presencia del trabajador en su centro, creyendo que tal decisión, generará más ingresos.  

Pero esto crea una consecuencia totalmente opuesta a la esperada y acabamos provocando lo que he definido como "esclavos de la rutina".  La vida de una persona desde que se despierta a que se acuesta, son aproximadamente 16 horas y aparentemente las 8 de trabajo, deberían dejar el suficiente tiempo como para poder dedicarse a asuntos propios y no inducir al estrés.   Sin embargo, la realidad nos indica precisamente lo contrario.  Las maratonianas jornadas partidas se traducen en una extensión de la sensación "in-office".   Por mucho que haya pausas para comer o descansar, el trabajador va a estar  fuera de su ambiente de esparcimiento, más de tres cuartos del día activo y eso desemboca en un desgaste constante.  Concluimos por tanto, que el día a día del trabajador medio, se desarrolla fundamentalmente en su lugar de empleo y no en su hogar.

Esta rutina, hace que el empleado viva en una cárcel continua, donde su rendimiento irá perdiendo fuelle a medida que avance el día y el año.  Eliminamos el concepto de  trabajo vocacional, convirtiéndolo en  subsistencia pura, donde realmente se lucha por llegar al viernes y cobrar a fin de mes.   De este modo, además del citado rendimiento, perdemos creatividad, implicación y  transformamos en muchos casos al jefe o responsable, en el enemigo directo del empleado, en lugar de su aliado.

Mientras tanto, en los países más boyantes, el concepto de trabajo es bien distinto.  La jornada empieza mucho antes que en España, aprovechando de este modo la luz solar incluso en climas más fríos que el nuestro.  Esto puede ser algo de perogrullo, pero según las estadísticas, una persona rinde más por la mañana (Descansado) que por la tarde (Con todo lo recogido en el día) y obviamente el trabajo continuo, enfoca unos mayores niveles de concentración, que el que está lleno de pausas.  Esto se plantea, principalmente para generar un ritmo activo y huir precisamente de los acomodos que implica el "vivir en el trabajo".

Un perfil que tenga claramente diferenciada su vida privada, de la profesional, obviamente tendrá un plus de motivación a la hora de enfocar sus proyectos, respecto de aquel, que vea la totalidad de su día a día sometido al horario de trabajo.

Le mejor prueba de que esto es así, es la aplicación de dicha política en las grandes empresas de nuestro país.  Y no solo en el horario, también en incentivos, ventajas corporativas, promoción e incluso más días de vacaciones, todo para que el trabajador esté realmente a gusto. Y esto no es un planteamiento baladí, ya que el buen desarrollo de una empresa, tiene como condición ineludible el disponer de un equipo motivado, cohesionado y con ganas de aportar ideas.



Lamentablemente, el grueso de las compañías españolas no actúan así y cuanto más bajo es su calado, menos aún.  El empresario no puede mirar a su empleado como si le esté haciendo un favor por tenerle en su empresa (incluso en momentos de crisis), del mismo modo que el empleado no puede tomar su paso por su oficina, únicamente como el medio para ganar dinero.  Pero lo que es evidente, es que si el trabajador se convierte en ese "esclavo de la rutina", que empeña su vida en la misma silla, con las mismas tareas y sin tiempo para si mismo, es complicado que vea a la empresa que le paga de otra manera.

Después de todo lo dicho, podemos sacar muchas conclusiones. Pero lo cierto es, que si somos de los países que más trabajan, menos cobran y menos días de vacaciones tiene, pero sin embargo, tenemos una productividad  muy por debajo de lo esperado ¿No estaremos haciendo las cosas un poco mal?

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